Con este logro se completan 37 empresas privadas en todo el país que decidieron apostarles a las herramientas tecnológicas para hacer productivos sus procesos sin necesidad de tener a los empleados en la oficina.
 

De acuerdo con el informe de la Dirección de Derechos Fundamentales de esa cartera, hay alrededor de 31.000 teletrabajadores distribuidos principalmente en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, básicamente en los sectores de manufactura y servicios.
 

Las claves del teletrabajo, aunque un poco obvias, son la disciplina del empleado y la capacidad de la empresa para ejercer controles sobre la persona.
 

La realidad es que Colombia se sintoniza con una moda que ya se impuso en las economías emergentes con altos niveles de competitividad; y demuestra que tiene un sector privado con una visión clara de desarrollo.
 

En ese camino, el Gobierno no puede parar en la ruptura de la brecha tecnológica y menos aún en el acompañamiento al aparato productivo que optó por esa estrategia; hay que reconocer que, en este sentido, se está haciendo la tarea.
 

Sin embargo, ahora el reto es para el sector público, cuyas oficinas cada día están más llenas de empleados que no encuentran ni siquiera un escritorio o teléfono disponible por problemas de espacio. Menos aún, condiciones para desempeñar teletrabajo, no solo porque en algunos de los casos la infraestructura tecnológica lo impide, sino porque culturalmente esta tendencia es mal vista entre los funcionarios que consideran que no ir a la oficina es dejar de trabajar.
 

Hasta el momento, se encuentran en proceso de implementar teletrabajo apenas diez entidades públicas en todo el país, lo que revela la ventaja que el sector privado le lleva al público en esta materia; si se logran vencer los rechazos culturales por parte de algunos funcionarios públicos y se adopta la tecnología necesaria, es posible que algunas gobernaciones del centro del país y varios ministerios se conviertan en los pioneros del sector en llevar a cabo la estrategia.
 

Es importante entender que el teletrabajo no representa la oportunidad de un empleado de evadir sus responsabilidades laborales, sino, por el contrario, la posibilidad de concentrarse con más facilidad, atender las actividades de su empresa con mayor compromiso y, lo mejor, la alternativa de poder compartir más tiempo con su familia.
 

En ciudades como Bogotá, donde las horas pico generan recorridos de dos horas para regresar de la oficina a la casa, el teletrabajo resulta un paso valioso hacia la descongestión de las calles, el mejoramiento de la calidad de vida de los empleados y el incremento de la productividad de las empresas.
 

En resumen, más competitividad en un momento en el que esta es la principal meta de una economía emergente como Colombia.

Tomado de:portafolio.co