Las continuas fusiones, el establecimiento de nuevos objetivos estratégicos, dificultades económicas que obligan a recortes de personal o el incumplimiento de las metas fijadas, son las causas más frecuentes de la terminación unilateral de los contratos de trabajo.

La mayoría de los despidos no son sorpresivos. Las ventas o fusiones de las empresas por lo general se anuncian con bastante anticipación y esto permite a los empleados empezar con tiempo a considerar la posibilidad de que su posición no se mantenga en el nuevo esquema organizacional, o que los nuevos directivos o propietarios prefieran al ejecutivo que ocupaba el mismo cargo en la empresa absorbente.

Igual sucede cuando evaluación tras evaluación, los resultados de la gestión no son los esperados o cuando se ha cometido un grave y costoso error. El trabajador sabe que su carta de despido puede llegar en cualquier momento y por eso mismo tiene la posibilidad de anticiparse a los acontecimientos buscando otras oportunidades de empleo e incluso evaluando la conveniencia de renunciar antes de ser despedido.

Sin importar las causas que motivan un despido, enfrentarlo no deja de ser un hecho bochornoso que golpea duramente a la persona en su autoestima, crea incertidumbre y desestabiliza económica y emocionalmente al trabajador y su familia. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que el trabajo no solamente es la principal fuente de ingresos de cualquier persona, sino que forma parte de su realización personal, es base importante del prestigio y fuente de socialización de todo individuo.

Sentimientos como el temor, enfado, rabia e inseguridad, pueden surgir en un primer momento, generando diferentes reacciones que es necesario controlar para evitar hacer una escena que termine por cerrarle definitivamente las puertas de la empresa y le hagan perder las buenas referencias que habrían podido dar de usted. Antes de irse, despídase de sus jefes, compañeros y colaboradores, intercambie teléfonos y correos; en una palabra, salga con la frente en alto y deje las puertas bien abiertas, por si un día se da la posibilidad de regresar. Al fin y al cabo, allí ya lo conocen y saben de lo que es capaz.

La forma como el trabajador despedido afronte la situación es fundamental para que pueda superar la crisis en la que seguramente se verá inmerso y para ello lo más aconsejable es asumir en todo momento una actitud positiva y ver los hechos como una oportunidad para redefinir el proyecto de vida, para arrancar con una iniciativa de emprendimiento largamente pospuesta o para buscar un trabajo que se ajuste más a sus intereses, gustos experiencias y conocimientos.

Cuando el golpe emocional es muy fuerte, conviene que el trabajador despedido busque algún tipo de asesoría que le ayude a asimilarlo, lo apoye en la reorientación de su carrera y en la consecución de una nueva oportunidad laboral. La asesoría en la elaboración de la hoja de vida y orientación para la presentación de entrevistas de trabajo puede ser determinante para alcanzar este último propósito. Tenga en cuenta que presentarse a una entrevista de trabajo, cuando la autoestima está muy baja puede ser muy contraproducente.

Un punto muy importante en este proceso tiene que ver con la comunicación del despido a la familia del trabajador, tema que debe abordarse desde el momento mismo en que se vislumbra que existe una alta probabilidad de que suceda. Una vez comunicado el asunto, la familia entera puede colaborar en la reducción de gastos innecesarios para conseguir ahorros que permitan afrontar la pérdida de ingresos por un período más largo de tiempo.

Tener claros los logros laborales alcanzados en los distintos trabajos que se han tenido es una excelente carta de presentación frente a nuevos empleadores; asumir el despido sin resentimiento y con actitud positiva puede ayudarle a pasar rápidamente esa página de su vida y para ello, no es resulta prudente desahogar con todo el mundo sus emociones negativas, hablando mal de la empresa que lo despidió o de los que en ella fueron sus superiores.

Tomado de: https://www.larepublica.co/c%C3%B3mo-afrontar-un-despido_195111