La seguridad y la convivencia en las ciudades, caras de una misma moneda, son una prioridad del Gobierno Nacional. La primera trata de la protección de los ciudadanos frente al crimen, que atenta contra sus vidas, sus bienes y el ejercicio de sus libertades; la segunda, de la calidad de las relaciones entre los ciudadanos. En ambos casos, en un marco de derechos y obligaciones, con apego a la ley.

Bajo estas premisas, la seguridad y la convivencia son un reto diario, por no acudir a la violencia como medio, respetar lo que es de otros, y ceñir nuestras conductas al cumplimiento y la apropiación de la ley.
 

Con ese objetivo en mente, el Gobierno Nacional, a través de la Alta Consejería y de la mano del sector privado, impulsa la iniciativa ‘Yo le juego limpio a Colombia’.
 

Más que una campaña, es una propuesta para la reafirmación de conductas propias de una cultura de legalidad.
 

Dicho de otra manera, apunta al cumplimiento de unas premisas básicas propias de la cotidianidad que, de ser seguidas por empresarios, servidores públicos y ciudadanos, contribuirán a la edificación de una sociedad más comprometida con la legalidad y el país.
 

Jugarle limpio a Colombia se constituye en patrón de conducta y amor por la Nación.
 

‘Yo le Juego Limpio a Colombia’ promueve 10 principios: emitir y exigir facturas en todas las transacciones, cumplir oportunamente con las responsabilidades tributarias, acatar la ley laboral, respetar al consumidor, competir sanamente, rechazar todas las formas de comercio ilegal, no permitir corrupción, colaborar con las autoridades, ser transparente en el uso de la información, y ser social y ambientalmente responsable.
 

A primera vista, unos principios sencillos, pero que no lo son dado que requieren compromiso serio y continuo, pues no se trata de aplicarlos a medias, o solo a veces, o simplemente en apariencia.
 

Más allá de los principios enunciados, y de su cumplimiento individual, el común denominador de la iniciativa es la interiorización de unos valores que le hacen bien a la legalidad pero, sobre todo, al país. Valores de transparencia, respeto, sana competencia. Comportamientos llamados a hacer parte de la ética individual y de la empresarial. Una ética traducida en acciones y en armonía con la ley.
 

Solamente así será factible construir y afianzar una cultura de la legalidad, que impregne de forma transversal a los ciudadanos y a las empresas, a los funcionarios públicos y a las entidades, es decir, a la sociedad en general.
 

Ser legal es el derrotero. La mayoría de colombianos, en términos generales, actúa en el marco de la ley o procura hacerlo de buena fe, pero no falta quienes la desafían de manera constante, quienes realizan malabarismo entre lo legal y lo ilegal, y quienes le hacen puntualmente ‘el quite’ si les conviene.
 

Es la cultura del atajo y del “vivo bobo”, que se manifiesta en la compra de un celular sabiendo que por el precio debió ser robado, de películas o de software piratas, o de licor y tabaco de contrabando, pese a que con ello incentiva el crimen, y no cualquier crimen, pues la vida de no pocos colombianos queda en juego.
 

‘Yo le Juego Limpio a Colombia’, más que un punto de llegada es un camino. Un camino a construir a varias manos, deseable y posible, que contribuirá a hacer más grande a nuestro país, y hacer de los colombianos mejores ciudadanos.

Tomado de:portafolio.co